Beatos mártires de Cristo Rey

BEATOS MARTIRES DE CRISTO REY

20 DE NOVIEMBRE 2005

ANACLETO GONZALEZ FLORES, laico 13 de julio, 1888 – 1 de abril, 1927

Nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de Julio de 1888. Laico casado y abogado de profesión. De nobles sentimientos, elevados ideales y gran inteligencia. En 1908, ingreso al Seminario Auxiliar de San Juan de los Lagos. Convencido de que el sacerdocio ministerial no era su vocación, dejó el Seminario para ingresar a la Escuela Libre de Leyes. Notable pedagogo, orador, catequista y líder social.

Poseedor de vasta cultura, escribió algunos libros llenos de espíritu cristiano, así como centenares de artículos periodísticos. En octubre de 1922, contrajo matrimonio con Maria Concepción Guerrero, siendo un esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos.

Al finalizar el año 1926, después de haber agotado todos los recursos legales y cívicos habidos, y ante la inminente organización de la resistencia activa de lo católicos, apoyo con su prestigio y su vida, los proyectos de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.

Alimentado con la oración y la Comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la iglesia Católica.

La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; se le trasladó al Cuartel Colorado (Guadalajara), donde se le aplicaron castigos muy crueles. Los verdugos descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo.

Antes de morir, dijo al General Ferreira: “Perdono a Usted de Corazón; muy pronto nos veremos ante el tribunal Divino. El mismo Juez que me va a juzgar, será su Juez entonces, tendrá usted en mí, un intercesor con Dios”, y a sus compañeros de calvario dijo: “Dentro de unos minutos, estaremos en los brazos de la Reina del Cielo”… El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada.

LUIS PADILLA GOMES, laico9 de diciembre, 1899 – 1 de abril, 1927

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de diciembre de 1899. laico célibe, profesor. Recibió una esmerada educación en el seno de una familia distinguida y cristiana. En 1917 ingreso al Seminario Conciliar de Guadalajara y la abandono en 1921, para aclarar ciertas dudas vocacionales. Se dio de alta como profesor, impartiendo clases sin retribución alguna a niños y jóvenes pobres. Fue socio fundador y miembro activo de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), donde desarrollo un intenso apostolado, sobre todo en el campo de la promoción social. Practicaba su piedad abiertamente: en su casa, en la calle y en el templo; fue un ferviente devoto de la Santísima Virgen, perteneció a la congregación mariana de San José.

Al estallar la persecución religiosa se afilió a la Unión Popular para trabajar a través de medios pacíficos en la defensa de la religión. En repetidas ocasiones expresó su deseo de seguir a Jesús hasta el dolor, el sufrimiento y la entrega total de la vida.

Colaboró con Anacleto González Flores en las organizaciones pacíficas de la defensa de la libertad religiosa; pronunciaba discursos y participaba en las obras de Apostolado.

Él manifestó por escrito en su diario: “Soy un débil, soy un muerto lejos de Jesús Eucaristía, que es la fuerza de los débiles y la vida”.

El día primero de abril de 1927, a las dos de la mañana, fue acordonado su domicilio por un grupo de soldados del ejercito federal; saquearon el lugar con lujo de fuerza y aprehendieron a sus habitantes, además de Luis, su anciana madre y una de sus hermanas.

Fue remitido al Cuartel Colorado, soportando en el trayecto golpes, insultos y vejaciones. Poco después, también fueron aprehendidos y conducidos al Cuartel, Anacleto González Flores, y los hermanos Jorge, Ramón y Florentino Vargas González. Presintiendo su fin, Luis expreso su deseo de confesarse sacramentalmente; su compañero de apostolado y de prisión, Anacleto, lo confortó diciendole: “No hermano, ya no es hora de confesarse, sino de pedir perdón y de perdonar: Es un Padre y no un juez el que te espera. Tu misma sangre te purificará”.

Ya en el paredón, los cuatro valientes cristianos recitaron el acto de contrición. Mientras Luis, arrodillado, ofreció su vida a Dios con ferviente oración, los verdugos descargaron sus armas sobre él, consumando, a los 26 años de cumplidos so oblación a Dios hasta el derramamiento de la sangre.

JORGE VARGAS GONZALEZ, laico 28 de septiembre, 1899 – 1 de abril, 1927

Nació en Ahualulco, Jalisco, el 28 de septiembre de 1899. laico célibe. Joven católico, educado cristianamente por sus piadosos padres, Antonio y Elvira, convivía en el sano ambiente de una numerosa familia, hacía oración y con frecuencia participaba en la Santa Misa y en la Asociación Católica de la Juventud Mexicana de Guadalajara.

Era un muchacho alegre y servicial. Terminados sus estudios, entro a trabajar como empleado en la Compañía Hidroeléctrica. Cuando se cerraron los cultos en los templos católicos de toda la nación mexicana, su hogar sirvió de refugio a muchos sacerdotes perseguidos.

El sacerdote Lino Aguirre García se refugio en la casa de la familia Vargas González y allí, en forma oculta, celebraba la Santa Misa. Disfrazado salía en una bicicleta, vestido con ropas de obrero para llevar los auxilios espirituales de los Sacramentos a los necesitados y a un convento de Religiosas. Para acompañarlo, Jorge se ofreció como su guardaespaldas, siguiéndolo en sus correrías apostólicas a una prudente distancia.

Anacleto González Flores también tuvo que refugiarse en la casa de los Vargas González cuando era perseguido, y Jorge fue su compañero de habitación hasta el día 1 de abril, en que los policías de la ciudad los apresaron y los llevaron al Cuartel Colorado.

Un mismo calabozo sirvió para alojar a tres de los Vargas Gonzáles; su crimen, haber alojado a un católico perseguido. Horas después, encerraron en una celda continua a Luis Padilla Gómez y a Anacleto González Flores. Jorge, desde la reja de su prisión dio a entender a Luis Padilla que serian fusilados. Se lamentó luego de no poder recibir la Comunión siendo ese día viernes primero, pero su hermano Ramón le reconvino: “No temas, si morimos, nuestra sangre lavara nuestras culpas”.

La entereza de ánimo de los hermanos se mantuvo. Por una orden de ultimo momento uno de los tres hermanos Florentino, fue separado del resto. Antecedió a la muerte algún tipo de tormento, pues el cadáver de Jorge presento un hombro dislocado, contusiones y huellas de dolor en el semblante; lo cierto es que llagada la hora, con un crucifico en la mano, y ésta junto al pecho, recibió la descarga cerrada del 201 batallón que ejecutó la sentencia.

Durante el sepelio, cuando la madre de las victimas estrechó en sus brazos a Florentino, le dijo: “¡Ay, hijo! Que cerca de ti estuvo la corona del martirio; debes ser bueno para merecerla”; el padre, por su parte, al enterarse cómo y porque murieron, exclamó: “Ahora sé que no es el pésame lo que deben darme, sino felicitarme porque tengo la dicha de tener dos hijos mártires”.

RAMON VARGAS GONZALES, laico 22 de enero, 1905 – 1 de abril , 1927

Nació en Ahualulco, Jalisco, el 22 de enero de 1905. laico célibe, estudiante universitario pasante de medicina. Joven piadoso, alto de estatura, pelirrojo, que le mereció el mote de “El Colorado”, hijo del médico Antonio y de su esposa Elvira de Ahualulco, Jalisco, era jovial, inteligente y servicial; cursaba el cuarto año de Medicina a la edad de 22 años y daba sus servicios gratuitos a los enfermos pobres, que atendía en la botica de su padre en Guadalajara, esquina de las calles Mezquitán y Herrera y Cairo.

Fue miembro activo de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana y trabajó con empeño en los problemas sociales de la comunidad.

En la noche anterior al día de su martirio, tuvo presentimiento de que algo grave le esperaba y su compañero médico, le aconsejo que se quedara a dormir en el Hospital, pero Ramón decidió ir a su casa para no causar preocupación a su madre y hermanos.

En la madrugada del 1 de abril irrumpieron en la casa los policías perseguidores y apresaron al Maestro Anacleto y a los hermanos Vargas, Jorge y Florentino, mientras Ramón pudo escapar; pero volvió a la casa para ayudar a su madre y hermanas, donde lo arrestaron los policías y lo llevaron al Cuartel Colorado.

En el calabozo le dijo a su hermano Jorge: “No temas, si morimos nuestra sangre lavara nuestras culpas”. Luego se asomo por la ventana al jardín y dijo en tono jocoso: “Lo que es a mi, de hambre no me matan, lo harán con fusiles”. Luego pidió pan y queso para comer.

Ofreció a Dios su vida en sacrificio y aunque por ser el más joven de los tres hermanos, le tocaba quedar libre, según indicaban los soldados que se separara el menor de los tres, él ocupo el lugar de Florentino que tenía mas años.

Hizo su profesión de Fe Católica, rezó el acto de contrición y al punto de ser fusilado hizo la señal de la cruz con sus dedos y cayó en tierra.

EZEQUIEL HUERTA GUTIERREZ, laico 7 de enero, 1876 – 3 de abril 1927

Nació en Magdalena, Jalisco, el 7 de enero de 1876. laico casado, cantor y organista de profesión. Esposo y padre ejemplar de numerosa prole, fue poseedor de una magnifica y bien cultivada voz de tenor dramático. Muy devoto de la Sagrada Eucaristía.

Era miembro de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento; comulgaba con frecuencia. Muy caritativo, compartía sus bienes entre los necesitados. En 1904 se caso con Maria Eugenia García, con la cual tuvo diez hijos. En 1923 ingreso en la Venerable Orden Tercera de San Francisco.

Fue aprehendido la mañana de 2 de abril de 1927; tenía dos hermanos presbíteros, Eduardo y José Refugio. Cuando fue hecho prisionero. Acababa de visitar la capilla ardiente donde era velado el cadáver de Anacleto González Flores. En los calabozos de la Inspección de Policía, lo torturaron hasta hacerlo perder el conocimiento. Cuando volvió en sí, expresó sus lamentos cantando el himno eucarístico: “Que viva mi Cristo, que viva mi rey”.

La madrugada del día siguiente, 3 de abril, fue trasladado, junto con su hermano, al cementerio municipal; se formó el cuadro para la ejecución; había llegado la hora. Ezequiel dijo a su hermano Salvador: “Los perdonamos ¿verdad? Sí, y que nuestra sangre sirva para la salvación de muchos ”, repuso el interpelado; una descarga de fusilería cortó el dialogo. Muy cerca de ese lugar, la esposa de Ezequiel escuchó los disparos; ignoraba quienes eran las victimas; con todo, reunió a su numerosa prole: “Hijitos, vamos rezando el rosario por esos pobres que acaban de fusilar”

SALVADOR HUERTA GUTIERREZ, laico 17 de marzo, 1880 – 3 de abril, 1927

Nació en Magdalena, Jalisco, el 18 de marzo de 1880. laico casado. Mecánico por vocación, se dedicó a este oficio, llegando a ser uno de los mas competentes de Guadalajara. Amante de Jesús Sacramentado, participaba todos los días de la Sagrada Eucaristía y adoraba, con frecuencia, el Sagrado Depósito. Su conducta como hijo, como esposo y padre fue siempre ejemplar. Poseía una particular intuición ante el peligro, al que se enfrentaba con singular fortaleza.

Al comenzar el año de 1927 la situación religiosa se tornó imposible para los católicos. Se perseguía sin tregua a los clérigos por considerárseles instigadores de la resistencia armada. El 2 de abril de 1927, consumado el asesinato de Anacleto y de sus tres compañeros, acudió al cementerio a despedir los restos del conocido líder.

De regreso a su taller, lo esperaban agentes de la policía, quienes valiéndose de un ardid, lo arrestaron. En la Inspección General comenzó un crudísimo tormento; lo colgaron de los dedos pulgares; querían los verdugos conocer el paradero de los presbíteros Eduardo y José Refugio. Exánime lo tiraron en su calabozo.

En las primeras horas del día siguiente, 3 de abril, lo condujeron, junto con su hermano Ezequiel, al panteón de Mezquitán. Ante el pelotón de fusilamiento, pidió una vela encendida, iluminado su pecho descubierto y dijo: “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe! ; disparen, muero por Dios, que lo amo mucho”.

LUIS MAGAÑA SERVIN, laico 24 de agosto, 1902 – 9 de febrero, 1928

Nació en Arandas, Jalisco, el 24 de agosto de 1902. laico casado. Cristiano íntegro, esposo responsable y solícito; mantuvo sus convicciones cristianas sin negarlas, aun en tiempos de prueba y persecución. Fue miembro activo de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) y de la Archicofradía de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento, en la parroquia de Arandas.

Contrajo matrimonio con Elvira Camarena Méndez el día 6 de enero de 1926; de esta unión nacieron un primogénito varón, Gilberto y una hija póstuma, Maria Luisa. El día 9 de febrero de 1928, un grupo de soldados del ejército federal tomó la población de Arandas. De inmediato se dispuso que fueran capturados los católicos que simpatizaran con la resistencia activa en contra del Gobierno; uno de ellos fue Luis. Cuando llegaron a su domicilio, no pudieron aprehenderlo por haberse ocultado debidamente; en su lugar fue capturado su hermano menor.

Al enterarse del acto, Luis se presento ante el mismo general, solicitando la libertad de su hermano a cambio de la suya.

Estas fueron sus palabras: “yo nunca he sido rebelde cristero como ustedes me titulan, pero si de cristiano se me acusa, si, lo soy, y si por eso debo ser ejecutado, bienvenido y enhorabuena. ¡Viva Cristo Rey y Santa Maria de Guadalupe!”.

Sin mayores preámbulos ç, el militar decretó la muerte de Luis; momentos antes de ejecutarse la sentencia, en el atrio de la iglesia parroquial, Luis pidió la palabra: “Pelotón que me ha de ejecutar: Quiero decirles que desde este momento quedan perdonados, y les prometo que al llegar ante la presencia de Dios será por los primeros que pediré” dicho lo cual, exclamó con voz potente: “¡Viva Cristo Rey y Santa Maria de Guadalupe!”. Eran las 15:00 hrs. Del 9 de febrero de 1928.

MIGUEL GOMEZ LOZA, laico 11 de agosto, 1888 – 21 de marzo, 1928

Nació en Paredones, Acatic, Jalisco, el 11 de agosto de 1888. laico casado, abogado de profesión.

Hijo de campesinos, desde su niñez hasta su juventud cuido de su madre, viuda, en la modesta aldea de Paredones; sin embargo, nunca abandonó el deseo de superarse en ciencia y en virtud. Desde su juventud fue promotor incansable de la doctrina social de la Iglesia. Junto con su entrañable amigo Anacleto González Flores en las filas de la Asociación Católica de la juventud Mexicana (ACJM), de Guadalajara, encontró escuela y cátedra para su formación religiosa y moral y para sus ansias apostólicas.

Sorteando mil dificultades, ingreso a la Escuela Libre de Derecho, perseverando en sus estudios hasta concluir la carrera de derecho. Hombre intrépido, de convicciones, nada le arredraba en sus propósitos cuando estos eran justos, lícitos y debidos. Por defender los derechos de los necesitados, cincuenta y nueve veces fue encarcelado, y muchas veces golpeado.

En 1922 contrajo matrimonio con Maria Guadalupe Sánchez Barragán. De su matrimonio le nacieron tres hijas. En 1927 durante la persecución religiosa, Miguel se unió a la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, empleando todos los medios pacíficos permitidos para resistir los ataques del Estado a la libertad de credo. Para defender la libertad y la justicia, acepto el nombramiento de Gobernador de Jalisco, conferido por los católicos de la resistencia. Perseguido por las fuerzas federales, fue acribillado por el ejército federal, cerca da Atotonilco el Alto, Jalisco, el 21 de Marzo del año de 1928.

JOSE SANCHEZ DEL RIO, laico 28 de marzo, 1913 – 10 de febrero, 1928

Adolescente de 14 años, nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. A causa de la difícil situación civil de aquel tiempo, emigro juntamente con su familia a Guadalajara, en donde cursó sus estudios de primaria en una escuela parroquial. Participó activamente en la vida de al parroquia y sobresalió por su peculiar devoción a la Santísima Virgen Maria.

Queriendo seguir el ejemplo de sus dos hermanos, casi al cumplir los 14 años, expresó su deseo de luchar en defensa de la fe y de los derechos de los católicos. Así respondió a su madre, que se oponía a sus deseos, a causa de su corta edad: “Madre, nunca como ahora está tan fácil ganar el Cielo”. Después de mucho insistir, fue admitido y se le encomendaron los oficios de Corneta y Porta Bandera.

El 6 de febrero de 1928, en un combate, fue tomado preso y encerrado en el presbiterio de la Parroquia de Santiago Apóstol.

Cuando vió a algunos gallos y el caballo del Diputado Picazo Sánchez encerrados dentro de los muros de la iglesia, no pudiendo soportar tan gran profanación, se esforzó por defender el honor de la Casa de Dios.

Fue condenado a muerte en un juicio sumario. En el tiempo de su cautiverio se fortalecía con la oración y pudo recibir el Sagrado Viático.

La tarde del 10 de febrero fue llevado al cementerio de la población par darle muerte. En el camino se rehusó a blasfemar y cuando los soldados lo golpeaban, exclamaba: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”.

Los militares intentaron matarlo a puñaladas para que no se escucharan los disparos, pero él aunque recibía las heridas, cantaba himnos y alabanzas a Cristo Rey y a la Santísima Virgen, por lo cual el jefe del pelotón perdió la paciencia, lo ataco a balazos y lo mató.

P. ANGEL DARIO ACOSTA ZURITA 13 de diciembre, 1908- 25 de julio, 1931

Presbítero de la Diócesis de Veracruz, nació en Naolinco, Veracruz, el 13 de diciembre de 1908. Quedó huérfano de padre y su joven madre tuvo que hacer frente a la situación de extrema pobreza en que quedó. Darío la ayudó en el sostén de sus cuatro hermanos.

Después de algunas dificultades ingresó al Seminario y se ganó la simpatía de sus superiores y condiscípulos, por su carácter exánime y caritativo, su dedicación al estudio y sólida piedad. Tenia fama de ser un excelente deportista, le gustaba mucho el futbol y fue capitán del equipo por varios años. Tenía un carácter bondadoso y servicial.

Fue ordenado sacerdote el 25 de abril de 1931. Con honda emoción, cantó su primera Misa el día 24 de mayo, en la ciudad de Veracruz. Fue notable para la gente su fervor y bondad, su preocupación por la catequesis infantil y su dedicación al Sacramento de la Reconciliación. En sus primeras predicaciones llegó a expresar: “La Cruz es nuestra fortaleza en la vida, nuestro consuelo en la muerte, nuestra gloria en la eternidad. Haciendo todo por amor a Cristo crucificado, todo se nos hará más fácil. Si El sufrió tanto por nosotros en ella, es preciso que también nosotros suframos por El”.

En el Estado de Veracruz se promulgó el decreto 197 llamado “Ley Tejeda”, referente a la reducción de los sacerdotes en el Estado, para terminar con el “fanatismo del pueblo”, como dijo el gobernador, Alberto Tejeda y amenazó con la muerte a quienes no se sometieran. Fue enviada una carta a cada sacerdote, exigiéndoles el cumplimiento de esa ley (al P. Darío le correspondió el numero 759), y él recibió el 21 de julio. El P. Darío era consciente del peligro que corría su vida, sin embargo, manifestó en todo momento una gran tranquilidad y una serena alegría.

El sábado 25 de julio de 1931 era la fecha establecida por el gobernador para que entrara en vigor la inicua ley. Era un día lluvioso, y en la parroquia de la Asunción todo transcurría normalmente. Las naves del templo estaban repletas de niños que habían llegado de todos los centros de catecismo, acompañados por sus catequistas. Había también un gran número de adultos, esperando recibir el Sacramento de la Reconciliación.

Eran las 6:10 de la tarde, cuando varios hombres vestidos con gabardinas militares entraron simultáneamente por las tres puertas del templo, y sin previo aviso comenzaron a dispara contra los sacerdotes. (El p. Landa fue gravemente herido, el P. Rosas se libró milagrosamente, al protegerse en el púlpito). Todo era confusión y caos, gritería de niños y de las personas mayores, que de manera atropellada, trataban de refugiarse bajo las bancas o corrían buscando la puerta de salida. El P. Darío, que acababa de salir del bautisterio, cayó acribillado por las balas acecinas, bañado en su propia sangre, cayó muerto instantáneamente, alcanzando a exclamar: “Jesús”.

Su Obispo, Rafael Guízar Valencia escribió ese día: “En estos momentos, cuando lloro herido por la espada de dolor por tan enormes crímenes, los ángeles del Cielo reciben el alma de este mártir con grande alegría, para colocarlo entre los héroes del cristianismo”.