HORA SANTA NACIONAL

 

11 de Enero de cada año

Aniversario de la bendición y colocación de la Primera Piedra

del Segundo Monumento a Cristo Rey en la Montaña de su nombre.

 

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ORIGEN DE LA HORA SANTA NACIONAL

 

Para quienes son devotos de Cristo Rey existe una fecha anual que no se puede olvidar, ésta es el 11 de Enero, día en que se celebra la Hora Santa Nacional especialmente en el Santuario Votivo Nacional de Cristo Rey de la Paz y debería ser una obligación que se celebrase en todas las diócesis de nuestro País; es una tradición que inició aquí en la Montaña de Cristo Rey y que es para la Iglesia que peregrina en México un día muy especial. A continuación, presentamos algunos datos que aparecen en la obra de José de Jesús Ojeda Sánchez titulada “El Tabor Mexicano” (Historia Mínima), sobre el origen y razón de la Hora Santa Nacional.

 

Aunque el Monumento Votivo Nacional de 1923 (que hubiese sido el segundo) no se construyó, sin embargo, para conmemorar el primer aniversario de la bendición y colocación de la primera piedra del Segundo Monumento, se celebró en toda la Patria, la primera HORA SANTA NACIONAL, el 11 de enero de 1924, por iniciativa del Excmo. Sr. Obispo Emeterio Valverde y Téllez y aprobada por el Venerable Episcopado Nacional. Desde entonces se ha continuado celebrando, salvo en los años de 1927, 1928 y 1929, por la persecución “callista” que cerró los templos e interrumpió los cultos católicos. Eran tiempos de persecución contra los que expresaban su fe públicamente.

 

Aquella primera fiesta u Hora Santa Nacional, fue llamada “FIESTA DEL GRAN REY”, pues con ella se trataba de renovar la proclamación de Cristo Rey como Perpetuo de México y se le volvía a pronunciar el Juramento de Vasallaje y fidelidad del pueblo católico a su Rey de amor y paz.

 

Para celebrar esta “Gran Fiesta”, el Sr. Obispo Valverde giró a todos los Prelados mexicanos su idea, previamente, para lograr su anuencia y fue aceptada con beneplácito y así ese primer 11 de enero de 1924, se iniciaba la tradición de repicar las campanas a las 11:00 horas, para anunciar que se bendecía a México, desde todos los templos, iglesias, abadías, parroquias, catedrales con Jesucristo Rey Eucarístico y se recordaba la colocación de la primera piedra del que hubiese sido el Segundo Monumento.

 

No dejemos pasar esta fecha tan significativa para nuestra Patria y para el Episcopado, y motivémonos para juntos realizar cada 11 de Enero el Juramento de vasallaje y fidelidad ante Cristo Rey, y pidámosle que reine en nuestros corazones y desde ahí reine en medio de nuestra sociedad; que el laicismo no nos afecte, y nos lleve a  encerrarlo en los templos y le impidamos estar en las realidades temporales, pues es ahí donde lo necesitamos, que reine en “nuestra casa, en nuestra patria” y en todo lugar.

 

Pbro. Carlos Becerra Hernández

Vicario del Santuario Votivo Nacional de Cristo Rey de la Paz

 

1. Canto: “Dios está aquí” u otro eucarístico.

Dios está aquí,
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como en la mañana se levanta el sol,
tan cierto como yo le hablo y me puede oír.
Jesús está aquí
tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como en la mañana se levanta el sol,
tan cierto como yo le hablo y me puede oír.
Su Espíritu está aquí

tan cierto como el aire que respiro,
tan cierto como en la mañana se levanta el sol,
tan cierto como yo le hablo y me puede oír.

 

2. Exposición del Santísimo. Se puede llevar el Santísimo en procesión desde el Sagrario a la custodia preparada en el altar.

 

3. Estación mayor.

V/. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado. R/. El Corazón amoroso de Jesús Sacramentado.

V/. Creemos en Ti, Señor Jesús Sacramentado, R/. pero aumenta nuestra fe.

Padre Nuestro, Ave María y gloria al Padre.

V/. Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. R/. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Canto: Bendito, bendito, bendito sea Dios; los ángeles cantan y alaban a Dios.

Yo creo, Jesús mío que estás en el altar, presente en la Hostia te vengo a adorar.

 

V/. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado. R/. El Corazón amoroso de Jesús Sacramentado.

V/. Esperamos en Ti, Señor Jesús Sacramentado, R/. pero aumenta nuestra esperanza.

Padre Nuestro, Ave María y gloria Padre.

V/. Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. R/. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento.

Canto: Bendito, bendito, bendito sea Dios, los ángeles cantan y alaban a Dios.

Por amor al hombre moriste en una cruz, y al cáliz desciendes por nuestra salud.

 

V/. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado. R/. El Corazón amoroso de Jesús Sacramentado.

V/. Te amamos, Señor Jesús Sacramentado, R/. pero aumenta nuestra caridad.

Padre Nuestro, Ave María y gloria Padre.

V/. Alabemos y demos gracias en cada instante y momento. R/. Al Santísimo y Divinísimo Sacramento  

Canto: Bendito, bendito, bendito sea Dios, los ángeles cantan y alaban a Dios.

Jesús, Rey del cielo, está en el altar, su cuerpo, su sangre, nos da sin cesar.

 

4. Saludo al Rey:

Presidente de la Hora Santa:

Hace veinte siglos un gobernante cobarde, con miedo en el alma, con la burla en el gesto y con la ironía en los labios, dice “Ecce Rex vester!”, es decir, “He aquí a su Rey”, presentando a Cristo ante los judíos, después de haberlo azotado y coronado con espinas.

Veinte siglos más tarde, el Supremo Pontífice, Su Santidad Pío XI, hablando al mundo católico, repetirá con entonación de victoria, de adoración y de amor: “¡He aquí a su Rey!”.

Y nosotros, Jesús, tus vasallos, sobrecogidos de emoción y de dicha, unidos a millones y millones de creyentes, te aclamamos con una aclamación que nos nace del alma: ¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva Cristo Rey!

 

A cada aclamación respondemos:                      ¡Oh, Cristo Rey!

¡Salve, Tú eres el Rey de la gloria!               R./ ¡Oh, Cristo Rey!

¡Salve, Tú eres nuestro único libertador!      R./ ¡Oh, Cristo Rey!

¡Salve, Tú eres el Ungido del Padre!            R./ ¡Oh, Cristo Rey!

¡Salve, Tú recibiste en herencia la tierra!      R./ ¡Oh, Cristo Rey!

¡Salve, tu trono son los cielos!                      R./ ¡Oh, Cristo Rey!

¡Salve, tu corona son las almas!                    R./ ¡Oh, Cristo Rey!

¡Salve, tu cetro es la misericordia! R./

¡Salve, tu púrpura es tu sangre! R./

¡Salve, Tú reinarás por siglos infinitos! R./

¡Sí, por Ti, reinan los reyes y los gobernantes administran justicia! R./

¡Por Ti, la autoridad legítima tiene fuerza de mando y dicta las leyes! R./

¡Por Ti, y sólo por Ti es noble y es santo el obedecer en obsequio a Ti, Rey de amor! R./

 

5. PALABRA DE DIOS:

† Del santo Evangelio según san Juan

18,33-37

En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”.

 

Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.

Palabra del Señor.       Gloria a ti, Señor Jesús.

 

6. REFLEXIÓN: sobre el Reinado social de Cristo.

 

Canto: Tú reinarás

Tú reinarás este el el grito
que ardiente exhala nuestra fe.
Tú reinarás oh Rey Bendito,
pues tu dijiste: reinaréREINE JESÚS POR SIEMPRE,
REINE SU CORAZÓN
EN NUESTRA PATRIA,
EN NUESTRO SUELO
QUE ES DE MARÍA  LA NACIÓN  (bis)
Tú reinarás, dulce esperanza
que al alma llena de placer;
habrá por fin paz y bonanza,
felicidad habrá doquier.Tú reinarás, dichosa era,
dichoso pueblo con tal Rey;
será tu cruz nuestra bandera
tu amor será nuestra ley
Tú reinarás en este suelo;
te prometemos nuestro amor.
Oh buen Jesús, danos consuelo
en este valle de dolor

 

7. SUPLICAS AL REY:

PRESIDENTE

Rey solitario en tantos templos de pueblos apartados, de poblaciones reducidas y sumidas en gran ignorancia religiosa; poblaciones que vegetan en la vida puramente material, alrededor de un templo que no les dice nada. Qué solo estás, Jesús, qué frío hace en tales templos, donde la lámpara, en su luz mortecina, parece el triste símbolo de una fe que se va y de un amor que se ha ido ¡Te aclamamos, Rey de amor, en ellas, te adoramos, te amamos, Rey solitario, en desagravio por ese abandono!

(Todos) ¡Perdón, Jesús, y venga a nosotros tu reino!

 

Rey solitario en tantos templos de poblaciones desmoralizadas, pervertidas, donde es moda el burlarse de lo sagrado, donde sería ignominioso para un hombre el decir de él que ha puesto los pies, Señor, en tu casa, donde hace tiempo no se conoce la piedad, donde se vive lejos de la Iglesia y se muere tranquilo sin sacerdote ni sacramentos. Qué solo estás, Jesús, qué frío hace en tales templos, pero no te vayas en tu gran misericordia. ¡Te aclamamos, Rey de amor, en ellas, te adoramos, te amamos, en desagravio por ese abandono!…

(Todos) ¡Perdón, Jesús, y venga a nosotros tu reino!

 

Y para resarcirte, Señor Jesús, por esas soledades, que nos acusan de un desamor tan cruel; para reparar más cumplidamente ese pecado de los vasallos que, llamándote su Rey con los labios, te desconocen y ofenden con las obras y el corazón, queremos decirte, interpretando la voluntad del Pontífice: ¡Rey Divino, aclamado en los solemnes Congresos Eucarísticos, llevado en triunfo bajo arcos de victoria y paseado entre vítores de millares y millares de tus hijos enardecidos en su fe con esas espléndidas manifestaciones de tu Soberanía social, alienta, Jesús, la llama de dichos Congresos y, al clausurarlos, recorre las avenidas y las plazas de las grandes capitales conquistando, bendiciendo y repitiendo que ¡Tú eres Rey, que lo eres desde esa Hostia!

(Todos) ¡Salve, Rey Sacramentado, Hosanna al Hijo de David!

 

Rey Divino, muchas son ya, gracias a tu largueza, las Obras Eucarísticas que en variadas formas y por diversos modos trabajan en darte a conocer y en hacerte amar en el don de tu Sagrario; multiplica todavía más dichas empresas redentoras y, sobre todo, Jesús, dales luz de fe muy viva y una llama de caridad ardiente, para que realicen, a pesar de dificultades, sus ideales de victoria; en dichas obras, como en otros tantos carros de fuego, recorre como Conquistador de la tierra, repitiendo que ¡Tú eres Rey, que lo eres desde esa Hostia!

(Todos) ¡Salve, Rey Sacramentado, Hosanna al Hijo de David!

 

Rey Divino, de un siglo a esta parte incontables son las congregaciones e institutos religiosos fundados para reparar ante el Tabernáculo, para adorarte, para servirte y hacerte amar sobre todo en el Sacramento de tu amor. Gracias te damos, Jesús, por ese inmenso beneficio, pues esa legión de comunidades eucarísticas son la roca fiel en que se apoya acá abajo tu trono, Rey de amor. Ahora te pedimos que esas congregaciones sean por su fervor cada vez más dignas de tu predilección, y también más fecundas, más fuertes en la misión sublime de adorarte y hacerte amar en tu sacrosanta Eucaristía. Por su influencia, sus trabajos apostólicos y su vida de santidad, recorre victorioso esta tierra ingrata, repitiendo que ¡Tú eres Rey y que lo eres desde esa Hostia!

(Todos) ¡Salve, Rey Sacramentado, Hosanna al Hijo de David!

 

Rey Divino, es preciso que tu amor llegue a ser una sangre nueva, un alma divina de la sociedad que queremos formar y refundir en la fragua de tu Corazón. Para conseguirlo es indispensable, Jesús, que las familias cristianas sean familias profundamente eucarísticas. Querríamos, pues, compenetrarlas de este Amor de amores, querríamos que las almas de los niños de esos hogares estuviesen amasadas con tu Carne y con tu Sangre, a fin de que Tú llegares a ser una vida y una tradición en la familia. Éste sería el secreto infalible de tu reinado social. Existen ya esos hogares dichosos; recorre, pues, la tierra multiplicándolos, Jesús, y por ellos repite de un polo a otro que ¡Tú eres Rey y que lo eres desde esa Hostia!

(Todos, tres veces) ¡Salve, Rey Sacramentado, Hosanna al Hijo de David!

 

8. ACTO DE PROCLAMACIÓN del Sagrado Corazón de Jesús como Rey de México

(no deje de recitarse, es propia del 11 de Enero)

CORAZÓN SACRATÍSIMO del Rey pacífico: radiantes de júbilo como buenos vasallos, venimos hoy a postrarnos al pie del trono que te ha erigido y consagrado nuestra piedad, gozosos te proclamamos ante la faz del mundo Rey inmortal de la República Mexicana, al acatar tu Soberanía sobre todos los pueblos.

 

Queremos coronar tu frente, ¡Oh Cristo Rey!, con la diadema de corazones mexicanos y poner en tu mano el cetro de un poder absoluto, para que rijas y gobiernes a tu pueblo amado. Eres Rey, como afirmaste en tu pasión, porque eres Hijo de Dios. Por tanto, ¡Oh Monarca amabilísimo!, este pueblo tuyo que tiene hambre y sed de justicia, que se ampara a tu celestial Realeza, te promete entronizar tu Corazón en todos los hogares: pobres y ricos, y rendirte el homenaje que mereces reconociendo tus derechos santísimos sobre todo el orbe.

 

Consagramos a tu Corazón sagrado la Iglesia de México con todos sus pastores, ministros y comunidades religiosas; la Patria con todos los hogares; las familias con todos sus miembros, ancianos, niños, amigos, enemigos; y muy particularmente a las madres, a las esposas y a las hijas, destinadas a modelar el corazón  del futuro pueblo mexicano, para que triunfes y reines en todos los  habitantes de esta nación.

 

Todos, ¡Oh Cristo Rey!, con ardiente júbilo te juramos fidelidad como nobles y generosos vasallos. Habla, pues, manda y exige con imperio; pídenos la sangre y la vida, que son tuyas, porque totalmente te pertenecen, y resueltos estamos a dártelas para defender tu bandera hasta que triunfe y sea exaltado, reverenciado y amado para siempre tu espinado Corazón.

 

Ya reina en México tu Corazón Divino y desde la santa Montaña consagrada a Ti, enjugará las lágrimas, restañará la sangre, curará las heridas de esta República conquistada por María de Guadalupe: Tú dominarás en ella con el cetro suavísimo de tu misericordia, y en la paz como en la guerra, en la agitación como en la tranquilidad, nos verás con benignos ojos y extenderás tus benditas y poderosas manos para bendecirnos. Allí acudirán las muchedumbres a pedirte gracias y a ofrecerte con alma y vida guardar tu santa Ley, y Tú, Redentor amoroso de los hombres, atrae a tu Corazón adorable a los pecadores para convertirlos.

 

Recordando tu dominio sobre tantas almas apóstatas, desorientadas y engañadas con las falsas y perversas doctrinas; conserva la fe en nosotros y despréndenos de los miserables bienes del mundo; calma los odios y une a los hermanos; ilumina a los ciegos; perdona a los ingratos; pero sobre todo, concede a la Iglesia la libertad y la paz, porque tanto suspiramos. Derrite con el fuego de tu divino pecho, Jesús misericordioso, el hielo de las almas; establece tus reales dones en todos los pueblos de nuestro país, y penetre tu claridad a las cárceles, a los hospitales, a las escuelas, a los talleres; haz un trono para Ti en cada corazón mexicano, porque los Pastores y ovejas, los padres y los hijos nos gloriamos de ser tuyos. Danos, por fin, una santa muerte, para resucitar en los esplendores del cielo, cantando eternamente

Corazón Santo,

Tú reinarás;

México tuyo,

siempre será.

V/. ¡Viva Cristo rey, R/. en mi corazón, en mi casa y en mi patria! (tres veces)

Amén.

Canto: Corazón Santo,Tú reinarás…

Corazón Santo, tú reinarás.
Tú nuestro encanto siempre serás. Venid, cristianos, y acá en el suelo
como en el cielo se ve adorar;
también nosotros adoraremos
y ensalzaremos al Dios de paz. (bis)

Jesús amable, Jesús piadoso;
Dueño amoroso, Dios de bondad;
vengo a tus plantas, si Tú me dejas,
humildes quejas a presentar. (bis)

 

 

 

Divino pecho, donde se inflama
la dulce llama de caridad;
¿Por qué la tienes ahí encerrada.
y no abrasada la tierra está? (bis)

 

9. PADRE NUESTRO.

Puede ser cantado.

 

10. BENDICIÓN.

El presidente inciensa el Santísimo, toma el paño de hombros, reza la siguiente oración y da la bendición.

Oremos:
Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de tu pasión;
Concédenos venerar de tal manera
los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
los frutos de tu Redención.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amen.

11. Benedictus:

Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Gran Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su castísimo esposo.

Bendita sea la Sagrada Familia de Nazareth.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

 

12. ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

Oración a la Virgen de Guadalupe en tiempos de pandemia:

Santísima Virgen María de Guadalupe,

Madre del verdadero Dios por quien se vive.

En estos momentos, como Juan Diego,

sintiéndonos “pequeños” y frágiles ante la enfermedad y el dolor,

te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti.

 

Te consagramos nuestros pueblos, especialmente a tus hijos más vulnerables:

los ancianos, los niños, los enfermos, los indígenas, los migrantes,

los que no tienen hogar, los privados de su libertad.

Acudimos a tu inmaculado Corazón

e imploramos tu intercesión: alcánzanos de tu Hijo la salud y la esperanza.

 

Que nuestro temor se transforme en alegría;

que en medio de la tormenta tu Hijo Jesús sea para nosotros fortaleza y serenidad;

que nuestro Señor levante su mano poderosa y detenga el avance de esta pandemia.

 

Santísima Virgen María, “Madre de Dios y Madre de América Latina y del Caribe,

Estrella de la evangelización renovada,

primera discípula y gran misionera de nuestros pueblos”,

sé fortaleza de los moribundos y consuelo de quienes los lloran;

sé caricia maternal que conforta a los enfermos;

sé tierna compañía de los profesionales de la salud que los cuidan;

y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura

en cuyos brazos todos encontremos seguridad.

 

De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles

en Jesús, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oración del CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO (“Iglesia en salida, misionera y sinodal”) recitada por la Iglesia de América Latina y el Caribe el Domingo de Resurrección, 12 de Abril del 2020, para consagrarse a la Virgen de Guadalupe y pedir su protección para los pueblos del continente y de todo el mundo ante la pandemia de Covid-19.

 

  1. CANTO: Que viva mi Cristo…
Que viva mi Cristo, que viva mi Rey.
que impere doquiera triunfante su ley.
Viva Cristo Rey, Viva Cristo Rey.
Mexicanos un Padre tenemos,
que nos dio de la patria la unión.
A ese Padre gozosos cantemos,
empuñando con fe su pendón.
Demos gracias al Padre que ha hecho
que tengamos de herencia la luz
y al darnos vida en el Reino
que su Hijo nos dio por la cruz.Dios le dio el poder, la victoria.
Pueblos todos, venid y alabad
a este Rey de los cielos y tierra,
en quien sólo tenemos la paz.
Rey eterno, Rey universal,
en quien todo ya se restauró,
te rogamos que todos los pueblos
sean unidos en un solo amor.

 

Pbro. Silverio Chávez Ayala

Rector del Santuario Votivo Nacional de Cristo Rey de la Paz